Visita Portugal: Visitar Braganza

jueves, 26 de julio de 2018

Visitar Braganza

Braganza es una ciudad portuguesa, capital del distrito de Bragança, en la región de Tras-os-Montes, en el noreste de Portugal, con 21 853 habitantes en el área urbana. Es la octava ciudad más grande de Portugal, con 1 173,57 kilometros ², 35 341 habitantes (2011) y 48 parroquias.

El municipio está limitado al norte y al este por España, la sureste por el municipio de Vimioso, al suroeste por Macedo de Caballeros y al oeste por Vinhais.

Los celtas bautizaron la ciudad, fundada en el siglo II a. C., con el nombre de Brigancia, que se fue latinizando hasta pasar a ser "Braganza".

Pequeña reseña histórica

Los hallazgos arqueológicos efectuados permiten concluir que la ocupación humana en Braganza se remonta al Paleolítico final. Sin embargo, en el Neolítico, con el surgimiento de comunidades productoras de alimentos, con la domesticación de algunas especies animales y la aparición de formas de culto ya bien documentadas, se habrá asistido a un aumento de poblados y comunidades. De la ocupación humana en estos períodos existen diversos vestigios, algunos de ellos forman parte de la colección existente en el Museo del Abad de Baçal, en particular cerámica variada, hachas de piedra pulida, pesos de telar, puntas de flecha y, ya posteriores, hachas de talón, alabardas , pulseras, fíbulas y, además, varios artefactos en piedra pulida. Parte de este botín fue encontrado en contextos religioso-funerarios, como es el caso de la mamona de Doña, actualmente destruida. Sin embargo, todavía es posible encontrar diversos ejemplos de monumentos megalíticos.

Se cree que las comunidades proto-históricas habrán surgido en mayor número en la Tierra Fría transmontana, probablemente del final de la Edad del Bronce (1000-700 a. C.). Estos poblados-castros- eran, en general, estructuras urbanas fortificadas, a veces con diversas líneas de muralla, y se situaban en lugares elevados y con buen alcance del paisaje circundante, lo que facilitaba su defensa. Las comunidades practicaban una economía de subsistencia.

La colonización romana, que se fue imponiendo de forma muy lenta, vino a actuar sobre las civilizaciones existentes, contribuyendo a mitigar las diferencias étnicas y culturales resultantes de los primitivos poblamientos y para homogeneizar las culturas indígenas. Los cambios operados fueron profundas, incluso en las zonas de montaña, por lo que menos accesibles, habiendo afectado los paisajes y los modos de vivir. La presencia romana contribuyó, en parte, al paso del régimen de explotación colectiva de los suelos al de la propiedad privada y, muy probablemente, a un retroceso del bosque. Los romanos son también responsables de significativos cambios de índole administrativa, material y cultural. Son innumerables los vestigios arqueológicos. Los vestigios de la presencia romana han surgido un poco por todo el municipio (Alfaião, Aveleda, Carrazedo, Castro de Avellan, Donai, Francia, Me gustó, Meixedo, Pinela, Quintela Lampaças, etc.). En efecto, en el lugar donde hoy se alza la ciudad de Braganza han aparecido algunos vestigios romanos, como por ejemplo tejas y algunas monedas, una de las cuales en bronce, encontradas en diversas excavaciones, como en las obras de la Iglesia de San Francisco.

Las primeras referencias a un pueblo (pagus), antepasado toponímico de Braganza, surgen en las actas del Concilio de Lugo (569 dC) bajo la designación de Vergancia. Posteriormente, ya en la división administrativa de Wamba (666 dC) surge ya una referencia a Bregancia.

Los orígenes de Braganza, como región, tal vez se puedan atribuir al siglo X o XI. Los orígenes de la población son más dudosos, como sucede en el caso de otras ciudades. Todo parece indicar que en el lugar donde se alza la ciudad habría existido un castro, eventualmente romanizado, que podría ser el origen del pueblo. Sólo la realización de prospecciones arqueológicas podrá proporcionar detalles que permitan fechar con mayor certeza el origen de Bragança.

La importancia estratégica de Braganza, sobre todo a nivel militar y del control de las vías de tránsito, resultante, en gran parte de su ubicación, permiten contextualizar y percibir las medidas administrativas instituidas por los monarcas, especialmente durante las dos primeras dinastías, y que pretendían garantizar mínimo de operatividad de la plaza. D. Sancho otorga carta de foro en junio de 1187, que sería sucesivamente renovada por D. Alfonso III, en mayo de 1253 y, más tarde, por D. Manuel el 11 de noviembre de 1514.

A mediados del siglo XIII Bragança cuenta ya con cuatro freguesías: Santa María (en la villa), San Tiago (también en los intramuros y hoy ya desaparecida, probablemente situada en la zona del actual pelourinho), San Juan (en el extramuros, situada frente del actual Gobierno Civil, en el lugar de la implantación del edificio hoy perteneciente de la Cámara) y San Vicente.

En los siglos XIV y XV el crecimiento demográfico es ya más visible, sobre todo en los extramuros. En los siglos XVI, XVII y XVIII se asiste a un mayor dinamismo y crecimiento urbano - obviamente resultado de la coyuntura económica, política y militar - patente en la construcción y / o remodelación de todas las iglesias, conventos y casas brasonadas. El área urbana de la ciudad en los inicios del siglo XX era casi coincidente con la que existía en los finales de seiscientos, exceptuando una u otra arteria periférica, entonces en inicios de urbanización. En el numeramiento de 1530, Bragança, contaba con cerca de 2000 habitantes, siendo el mayor aglomerado de Trás-os-Montes. Al final del dominio filipino, a merced de la poca importancia estratégica que le era concedida, poseía 2400 habitantes y, a mediados del siglo XVIII, la población se cifra alrededor de 3500 personas y era ya asumida como capital de la provincia.

Hasta mediados del siglo XX, el Nordeste Transmontano permanecerá bajo un régimen demográfico con características predominantes de Antiguo Régimen. Los procesos de estancamiento o hasta de retroceso se instalan.

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